INSTITUTO DE INDOLOGÍA

LA VANGUARDIA ARQUITECTÓNICA DEL HOTEL RAMADA DE KHAJURAHO
Susana Ávila

Pocas veces, al hacer el panegírico de un viaje y citar los paisajes, los monumentos e, incluso, su gastronomía, se hace referencia a un hotel.

Cuando estuve en Khajuraho por primera vez, allá por el año 1990, tras la fascinación de sus templos y de lo que la visita turística podía deparar, me llamó la atención la planta de una construcción, en aquel momento en cimientos, que me pareció muy interesante. Faltaba mucho para que esa promesa se convirtiera en una realidad, pero apuntaba un diseño geométrico, de módulos octogonales que imprimían dinamismo a lo que se suponía que, con el tiempo, llegaría a ser un sólido edificio. Me dijeron que se iba a convertir en un hotel de lujo con proyección internacional. Al menos su situación era ciertamente privilegiada: a medio kilómetro de los templos, a los que se podía llegar dando un paseo, y también próximo al aeropuerto en la carretera que une éste a la población.

Aquella estructura en ciernes me sorprendió hasta el punto que, en un artículo sobre arquitectura en el que hacía un recorrido desde los primeros diseños urbanísticos en el Valle del Indo hasta la época actual, lo tomé como modelo de las nuevas tendencias.

Hace poco, en un reciente viaje volví a pasar por allí y he podido constatar que aquel curioso diseño se convirtió por fin en una sólida construcción que juega con las formas y volúmenes.

Naturalmente hoy ya no se ciñe a un trazado en el suelo, sino que exige una interpretación tridimensional. Su altura, no excesiva, pues está compuesta de dos plantas, se integra en el paisaje, rodeado en jardines. Sus originales módulos se asemejan a pabellones independientes que se abren a un distribuidor octogonal, proporcionando estilización a las formas tradicionales.

La planta asimétrica, como si respondiera al capricho de un arquitecto, o tal vez a un rayo de genialidad, se cierne en torno a un espacio central que ocupa la piscina preservándola del mundo exterior.

Impera el color blanco de sus mármoles y la decoración geométrica de arcos entrelazados, seccionados en distintos niveles, tiene algo que ver con el art-decó, pero al mismo tiempo se imbuye en el exotismo del lugar donde se ha erigido. Las puertas honoríficas de jambas trabajadas recuerdan a las puertas toranas de las stupas.

Aún siendo un edificio pensado para el gusto occidental, no se desvincula de sus valores autóctonos presentes en toda la decoración y en cada uno de los detalles. Así se ha dotado de una personalidad propia en un lugar donde el arte se estableció hace mil años. El estilo de los templos construidos por la dinastía Chalukya contrasta y al mismo tiempo armoniza con el diseño de este hotel adaptado al turismo internacional sin perder su aire exótico.

Si los templos indios manifiestan una alegoría del universo donde su arquitectura simboliza la montaña cósmica, el hotel se plantifica en el mundo terrenal, proporcionando un remanso donde dar gusto a los sentidos y descansar tras la aventura turística.

Pero un hotel no es sólo un edificio, por singular que éste sea, y por ello ha sabido añadir un servicio distinguido como sólo es posible encontrar en oriente, donde el carácter de sus gentes facilita esa atención reverenciosa al huésped, sin que por ello dejen de estar cualificados profesionalmente.

Con personalidad propia, en aras de mantener un nivel de calidad, estuvo primero adscrito al grupo internacional Holiday Inn y hace unos pocos años se ha renovado y actualizado completamente integrándose en la cadena Wyndham Hotel Group.

Actualmente cuenta con 85 habitaciones entre individuales, dobles y suites de lujo, además de los diferentes salones y áreas comunes dispuestas de modo que combinan perfectamente con el espíritu del establecimiento. Además goza de casi cinco hectáreas de jardines de espectacularidad paisajista y silencio interior.

Un business center abre posibilidades al visitante para que lo convierta no sólo en un lugar de turismo vacacional sino también pueda realizar reuniones de negocios, viajes de incentivos o la celebración de eventos culturales.

En fin, un lugar tan acogedor como interesante. Punto de reposo desde el que visitar los famosos templos eróticos de Khajuraho y hacer interesantes excursiones a localidades cercanas como el parque natural de Panna, las cascadas Paandav, o la ciudad medieval de Orchha.

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